Intervenciones

Bifo junto a la Unión de Trabajadores de la Tierra

Bajo el título “En el cráter del capitalismo. Soberanía alimentaria y empatía en tiempos de colapso”, el filósofo italiano Franco Berardi Bifo conversó con Lucas Tedesco y Deborah Jauregui de la Unión de Trabajadores de la Tierra, con la moderación de Diego Skliar. Fue durante el segundo día del encuentro Los patrimonios son políticos en Chaco, organizado por el Ministerio de Cultura de Nación.

Eliana Obregón
Eliana Obregón

El espacio propuso diálogos, foros, talleres abiertos y gratuitas en una provincia que hace más de cuatro mil años recibió una de las tormentas de meteoritos más grandes del mundo. Más información del encuentro.

Compartimos la transcripción completa de esta charla realizada el 26 de noviembre de 2021:

Diego Skliar: Hay diez palabras o conceptos muy disímiles que quizás sean mencionadas en este conversatorio: meteorito, berenjena, umbral, verdurazo, ley de tierras, pánico, frugalidad, tecnototalitarismo, agroecología y nihilismo.

La pregunta central que recorre el encuentro es: ¿Qué relación hay entre la pandemia, el apocalipsis, el capitalismo y la producción de alimentos? Nos hemos entusiasmado un poco en el comienzo de la pandemia diciendo que no volvemos jamás a la vieja normalidad, también se pensó en el fin de la humanidad, recibimos noticias de nuevos virus, de nuevas cepas, catástrofes naturales y meteoritos que cada semana están a punto de caer en la tierra. Nuestro tema es pensar el colapso y el después del colapso, porque tengo una buena noticia: parece que hay después del colapso.

Vamos a conversar con Franco Berardi, filósofo italiano que viene ensayando en los últimos tiempos la idea de que la pandemia dejó en evidencia que estamos viviendo en el cadáver del capitalismo, pero el problema es que estamos atrapados en ese cadáver y entonces tenemos que ver cómo nos las ingeniamos para salir de esos huesos de un sistema que está atravesando nuestro esternón. La pregunta es: ¿Estamos a tiempo de desarrollar formas más justas, más solidarias de poder relacionarnos?

Franco Berardi Bifo: Cuando Diego me invitó a participar de esta conferencia bajo un tema tan raro, me dije: ¿Qué puedo inventar a propósito del meteorito? Si no sé nada de ello. Pero la fuerza de la metáfora, se sabe, puede superar todos los obstáculos, y me ha permitido devenir en un experto en meteoritos.

Keynes decía que lo inevitable nunca, o casi nunca, se verifica. Casi siempre lo que sucede inevitablemente es impredecible.Y es desde aquí cómo pretendo imaginarme un meteorito, desde lo impredecible e inevitable. El meteorito es seguramente lo impredecible e inevitable por excelencia. Y pensando nuestra sociedad: ¿Cuál es nuestro meteorito? ¿Qué es lo inevitable que vemos frente a nosotros hoy en día?

Tenemos, al horizonte de nuestra vida y sobre todo al horizonte de la vida de la nueva generación que ha nacido al interior de un espacio totalmente nuevo, desde el punto de vista técnico, social y cultural, el riesgo real de encontrarnos en una situación sin salida.

La COP 26, llevada a cabo en Glasgow, es un buen ejemplo para pensar ese inevitable. ¿Qué hemos aprendido en la última cumbre sobre el futuro del calentamiento global? Hemos aprendido que no hay nada que hacer, hemos aprendido, al final, que no podemos hacer nada, que la voluntad humana no puede hacer nada, que la política, que es el arte de la voluntad realizada, es impotente. Esta es la gran lección de los políticos en Glasgow. Ante esto nos preguntamos: ¿Por qué los procesos que el capitalismo, el extractivismo o el colonialismo han puesto en marcha en las últimas décadas y también en los últimos siglos, se nos presentan como irreversibles? ¿Las deforestaciones de los bosques del mundo serían irreversibles? ¿El calentamiento global y las catástrofes climáticas serian irreversibles? Nos negamos a pensar de esta manera. Irreversible es una palabra que no se puede decir cuando se habla de política. La política no puede coexistir con procesos de irreversibilidad.

Hoy vemos que la verdadera potencia de nuestro tiempo no es la política ni los Estados nacionales. La verdadera potencia de nuestro tiempo son las grandes corporaciones globales de la energía, de la farmacéutica, de la comunicación, de las finanzas. Estas grandes compañías no se proponen otra cosa más que aumentar sus ganancias y seguir con la política de crecimiento. Una política económica donde el único horizonte pensable es el del crecimiento y la ganancia.

La política no puede coexistir con procesos de irreversibilidad. (Bifo)

Ganancias que, mientras la humanidad se encontraba en una situación dramática, de crisis sanitaria, de empobrecimiento, no han parado de crecer. Fundamentalmente las grandes corporaciones y particularmente las corporaciones financieras.Todas estas están en un momento triunfal, mientras que la humanidad está en un momento de enfermedad, de sufrimiento y de miedo.

De esta manera, la verdadera potencia de nuestro tiempo no es la política, no es la voluntad. La verdadera potencia de nuestro tiempo es una potencia destructiva. Una potencia que para aumentar su ganancia destroza la vida del planeta y la vida de los seres humanos. Sin embargo, no es solo el calentamiento global y el cambio climático aquello que se presenta bajo una tendencia inevitable. También, como efecto del colonialismo y del mismo calentamiento, las grandes migraciones de personas obligadas a escapar de sus naciones, producto de territorios destrozados por el calentamiento y por el colonialismo, serían inevitables. Lo que además expresa tanto en Europa como en América latina, un conjunto de reacciones violentas, racistas y, en definitiva, fascistas contra el proceso de migración. La guerra también es producto de este escenario de calentamiento global y colonialismo. Es un producto directo del nacionalismo que se levanta frente a la inmigración. y que se está manifestando como tendencia en muchísimos lugares del mundo.

Por primera vez en la historia de la humanidad, la palabra extinción ha hecho su ingreso en el discurso político, en el dialogo de la vida cotidiana. El mensaje que nos ofrece el movimiento Extinction Rebellion, que se refiere de manera directa y urgente a una posibilidad extrema de apocalipsis final, parece inevitable.

El factor que puede cambiar la dirección de manera imprevisible está esencialmente en la subjetividad humana. Desafortunadamente, la subjetividad humana ha pasado en los últimos años por un proceso invasión viral de la esfera psíquica. Cada vez más, el miedo al otro, miedo hasta de la piel de los labios del otro, se ha difundido en nuestro tiempo. Evidentemente, en la subjetividad nada se presenta de forma determinante. No podemos saber cuáles serán las próximas revoluciones, la situación es sombría. Estamos en un umbral, estamos pasando de una dimensión hacia un otra. Tenemos que ser listos y encontrar las posibilidades de digresión.

La experiencia terrible de la pandemia nos ha enseñado algunas cosas. Nos ha enseñado que lo importante no es la acumulación de dinero, no es la acumulación de capital, porque no sirve de nada cuando estoy muerto, ni cuando estoy enfermo, ni cuando estoy triste, ni cuando estoy deprimido. El dinero no sirve directamente como herramienta para curar el alma y el cuerpo. Creo que durante este período y en el período futuro lo importante no será la voluntad política, sino la experimentación de una vida nueva, de una vida autónoma. La palabra autonomía tiene hoy un sentido esencial. La autonomía hoy debe ser entendida como aquella que se opone a los procesos que nos llevan a la extinción, como lo es la política de crecimiento y la acumulación. Después de siglos en que la utilidad ha sido borrada y olvidada en favor del valor de cambio, la primera lección del colapso pandémico es la necesidad de regresar al valor de uso, a partir de ahí podremos imaginar una vida completamente diferente. Producir con el fin de satisfacer las necesidades concretas de la comunidad.

La autonomía hoy debe ser entendida como aquella que se opone a los procesos que nos llevan a la extinción, como lo es la política de crecimiento y la acumulación. (Bifo)

Hoy 4 millones y medio de trabajadores América del Norte decidieron no volver a su trabajo. Es un fenómeno sin precedentes y en todos los lugares del mundo me parece que la disponibilidad del trabajo está bajando. No queremos seguir trabajando y ser explotados. Queremos auto-organizar nuestra actividad en cuanto a actividad útil. En inglés la palabra que expresa este proceso es Resignation. Quizá aceptar una realidad inevitable sea el comienzo de un proceso de salida desde el inevitable. La pandemia fue un meteorito. Nos calló en la cabeza. Sin embargo, hay otro meteorito que está llegando: el meteorito de una vuelta a la comunidad, de una vuelta a la utilidad, de una vuelta a la frugalidad comunitaria, esto es lo que se me viene a la cabeza cuando pienso metafóricamente en el meteorito.

Skliar: El libro de Bifo titulado El umbral. crónicas y meditaciones, escrito durante la pandemia, cierra con una pregunta que me gustaría compartir: ¿Cómo podemos vivir felizmente la recodificación universal que se ha puesto en marcha de manera irreversible? Esta es la cuestión ética que se nos presenta y esa es la pregunta que estamos recorriendo primero con Franco y ahora con la Unión de Trabajadores de la Tierra. Hablaremos con Lucas Tedesco y con Deborah Jauregui, integrantes de la UTT.

Vuelta a la comunidad, frugalidad y enseguida pensaba en su práctica cotidiana, y en un concepto muy importante de lo útil que es: ¿Cómo nos alimentamos y cómo se produce ese alimento? Pregunta desde donde parte la noción de soberanía alimentaria que desde hace tiempo se viene construyendo desde las organizaciones populares.

Lucas Tedesco: Mientras pensábamos en la invitación y en la cuestión de los patrimonios y de los meteoritos, estuvimos escuchando a los compañeros y las compañeras de pueblos originarios, y fue a partir de ahí que se nos ocurrió reflexionar desde nuestras esencias que están muy ligadas a las de los pueblos originarios, y nos preguntamos: ¿De qué sirven los meteoritos sin pueblos originarios, sin montes, sin animales? Nosotros como organización, si hay algo que venimos haciendo hace más de 10 años, es generar resistencia. Resistencia a las imposiciones del capitalismo y de las grandes empresas. También nos resistimos a que nos digan cómo tenemos que vivir y cómo producir. Nosotros como organización somos más de 25 mil familias en 18 provincias del país, donde la gran parte están en Buenos Aires, en el cinturón hortícola La Plata-Varela-Berazategui. En este último, hay más de 7 mil familias de nuestra organización que producen allí las frutas y verduras que se comen en todo Buenos Aires, provincia que concentra más de la mitad de la población de nuestro país, cuestión que hay que remarcar ya que la distribución de la tierra también qué es algo que políticamente hay que discutir.

Hoy las grandes empresas en nuestro país como Bayer-Monsanto, desde la década del 90, nos dicen cómo tenemos que producir. Les dicen a nuestros compañeros, que más del 85% son de pueblos originarios (aymaras, quechuas, diaguitas) y traen la sabiduría ancestral de la producción de los alimentos, que por la cantidad de personas en el mundo es necesario otro tipo de producción intensiva. Totalmente una mentira. De esta manera, están poniendo en peligro la vida en la tierra. Hoy nuestro país es el que más glifosato tira por habitante en el mundo: 15 litros de glifosato por habitante. Esta es la manera más segura de poner en riesgo nuestra soberanía alimentaria. El veneno, la modificación genética de semillas que ya venimos viendo desde hace tiempo con la sojización y ahora con el trigo transgénico, son parte de estas prácticas llevadas a cabo por estas multinacionales. Todas estas discusiones tienen que ver con el sistema capitalista, con la apropiación para generar negocios millonarios y generar dependencia. Porque si hay algo que tenemos claro es que nuestro país depende de la soja, porque genera divisas para pagar deuda. Son las mismas empresas multinacionales que generan la deuda en nuestro país las que se ven beneficiadas, como es el caso de Vicentín.

Estamos atrapados en este modelo de producción de alimentos, el cual hace 10 años es el que queremos discutir. Como organización nuestra primera tarea era reconstruir el sujeto del campesinado. Hablar de campesinado en la Argentina fue difícil porque hace 5 o 6 años atrás, cuando se decía campesinos en la argentina, parecía que estos habían venido de algún viaje por Colombia o de Brasil, porque en la Argentina no había campesinos. Había la Sociedad Rural Argentina, la ExpoRural y una visión de que el campo son esas familias “bienudas” y terratenientes las que producen alimentos, y es mentira. Esas familias no producen alimentos. Tampoco la Argentina es el granero del mundo y le da de comer a millones de personas en el mundo, sino que lo que genera son commodities de especulación con el dólar y grandes empresas beneficiarias que nos tienen atrapados en este modelo de producción que nos contamina.

Nuestra primera tarea era reconstruir el sujeto del campesinado. (Lucas Tedesco, UTT)

La organización crece día a día desde hace 11 años a través de la democracia de base. Hay más de 400 asambleas mensuales donde nos juntamos en ronda y donde pensamos cuáles son nuestros problemas y discutimos las estrategias que tenemos que llevar adelante. Es ahí donde pensamos juntos los aymaras, los quechuas y los criollos que fuimos despojados por este sistema. Más del 40 por ciento de la tierra cultivable de nuestro país está en 1200 manos y solamente el 8% de la población en nuestro país es rural. Es un disparate, y está claro que el proceso histórico, primero del genocidio a los pueblos originarios y luego del capitalismo, los gobiernos neoliberales y dictaduras que repartieron la tierra entre algunas familias hacen que hoy estemos en esta situación.

La UTT es una organización que resiste continuamente, que construye su propia familia. Hoy un montón de estrategias que venimos realizando en diferentes espacios tienen que ver con la idea de comunidad, con la noción de que no estamos solos y por eso decimos que si nos tocan a uno, tocan a todos y a todas. Por eso construimos una organización independiente, soberana, una organización que no es parte de ningún partido político. Construimos día a día la posibilidad de reconstruir esa sabiduría.

Allá por el 2016 hicimos el primer verdurazo en plaza de Mayo, donde al mismo tiempo se realizaba el mini Davos. Nosotros mostramos que claramente la situación económica de nuestro país, la concentración de tierra en pocas manos, la inflación y el precio de los alimentos estaban relacionados. Ahora venimos de cuatro días de acampe frente al Congreso para que se apruebe una Ley de Acceso a la Tierra. Porque nuestra ley de acceso a la tierra, más allá de que no es la reforma agraria, es una propuesta que está dentro de las pautas del capitalismo, más bien sería algo similar a un Procrear rural, pero sabemos que desde conseguir tierra, que la vamos a pagar en cuotas, vamos a generar resistencias. Por eso creemos que las organizaciones hoy toman un rol fundamental para dar esas resistencias y generar el debate sobre los alimentos. Nosotros no creemos que el alimento es una mercancía. Creemos que el alimento es un derecho. Por eso hablamos soberanía alimentaria.

Hay que mirar el meteorito y preservar al entorno. Al monte, al río, al lago, a los pájaros y al pueblo originario. Estamos viviendo dentro de un cadáver que está contaminado. En un encuentro en el hospital Garrahan, realizado en conjunto con la Sociedad Argentina de Pediatría y otrxs trabajadores de la salud, presentamos un informe sobre el impacto de los agrotóxicos en la niñez. Por año se mueren 400 chicos por asma relacionada con agrotóxicos. En provincias como Córdoba, donde se concentra la gran producción de soja y maíz para exportación, el cáncer se duplicó. Cada uno de nosotros que esté acá se puede hacer un análisis de sangre y tiene glifosato en sangre. Quizás no vivís cerca de un campo fumigado, pero la lluvia pasa por tu casa, la manzana llega a tu mesa.

Acá en el Chaco donde estamos ahora, en el Impenetrable, hay muchísimas familias de la UTT que luchan día a día contra los terratenientes y ustedes saben que hay un instituto de tierras, un instituto de colonización, que trabaja para los empresarios, al revés de lo que debería hacer. A nuestros compañeros y compañeras les pasa la topadora y le tapan los pozos de agua. Agua que no hay en esa zona. Familias que viven hace más de 100 años son despojadas y son después las que ocupan las villas miserias y los barrios marginales. Tenemos un país con campos sin campesinos y tenemos ciudades abarrotadas de personas, de pueblos hablando de hambre y de pobreza.

Como organización tenemos una gran responsabilidad: seguir luchando por una nueva realidad, organizados para siempre y a partir de la lucha tener la posibilidad de que, nada más y nada menos, la vida continúe.

Skliar: La idea del para siempre es muy interesante, porque para siempre en un tiempo del colapso, puede ser un para siempre finito, pero es vivir la cotidianeidad a fondo cada día como si fuera el último. Pensaba también que la noción de soberanía alimentaria con la que trabaja la UTT genera un efecto dominó sobre otras soberanías. Porque cuando uno decide ir a comprar, por ejemplo, a un almacén de la UTT, o cuando uno decide organizar un nodo en el barrio con los vecinos para comprar verduras y distribuirla, está entrando en una soberanía que tiene que ver con el tiempo, con vincular de qué manera nos desempleamos de aquello que no queremos y nos empleamos en aquello que sí nos interesa. La soberanía alimentaria arma un efecto dominó sobre otras soberanías también a conquistar. Lo que rompe la noción de soberanía alimentaria es la idea de una autonomía que puede ser entendida como una salvación individual.Un amigo me decía: En Palermo no paro de ver carteles en los bares de alimentos agroecológicos a precios exorbitantes. Una suerte de exclusividad de consumo que entiende a la autonomía como el yo me estoy alimentando un poco más sano y tengo mi huerta en la terraza. Además, logré trabajar desde casa y eso me genera más salud. Esa práctica que me salva individualmente no empuja a una práctica política que debe ser revisitada.La noción de autonomía con la que se construye desde las organizaciones busca ese efecto contagio que necesariamente choca con los poderes corporativos y no hay manera que una vida autónoma, una organización autónoma, no choque con poderes corporativos y no dialogue tensamente con el Estado. Para conocer más de cerca la cotidianeidad de la UTT, escuchemos a Deborah, Compañera de la organización.

Deborah Jauregui: Yo también soy compañera de la UTT y soy referente regional. Estamos en 5 municipios donde hay 12 nodos donde nos juntamos para ver cuál es la problemática de los compañeros productores de carne. Nuestro cuello de botella es básicamente el alimento balanceado del animal que requiere entre un 75 y un 80 por ciento en la producción de la carne. También a la hora de producir la leche. Una de las problemáticas que surgió en la regional fue ver cómo podíamos sostener la cantidad de alimento balanceado que necesitamos. A partir de eso generamos una planta de alimentos balanceados para animales de granja. Al mismo momento que tenemos la planta funcionando, la dependencia del maíz y la soja para generar lo que hasta ese momento todavía no producíamos, también fue un problema. Adaptarnos al sistema del precio del maíz y la soja que están dolarizados nos hace producir con un costo en dólares y venderlo en pesos. Nos hace muy complicada la ecuación y la competencia, que es totalmente desleal con las multinacionales y los grandes terratenientes.

Otra de las cuestiones que tenemos es la comercialización de los productos: ¿Cómo comercializamos nuestro alimento? El quintero está acostumbrado a ver que vienen con el camión de descarga de culata, nos dicen yo te pago tanto y generalmente hay que esperar una semana con suerte y muchas veces no se recibe el pago del alimento que se están llevando. Otras veces no les levantan la cosecha y las tienen que estar tirando. Entonces empezamos a ver que nosotros tenemos que tener nuestros propios almacenes. Un lugar físico donde podamos vender. Desde esta idea se empezaron a hacer de a poco los primeros almacenes. El inicial fue un almacén de campo en Domselaar, en donde poníamos los productos de los quinteros, los huevos o la miel de los compañeros y se fue diversificando. Hoy tenemos un montón de almacenes soberanos. Tenemos mayoristas donde podemos ubicar la producción de los compañeros y donde la gente tiene dónde acercarse para conseguir un alimento a precio justo y sano. La idea es tener todo un circuito mesopotámico de almacenes y que se replique en todas las provincias. Hoy nos encontramos en 18 provincias del país con compañeros en todas las regiones.

Skliar: Me parece interesante recuperar la palabra colapso que está en el título de esta conversación. La idea que la pandemia nos trajo es que podemos vivir un colapso muy aburrido. Un colapso distinto a un meteorito que cae y es un momento de inflexión instantáneo. Se puede llegar a un proceso largo de colapso, que estamos atravesando de hecho. Es muy poco hollywoodense, lo cual es muy difícil para nuestra cultura occidental.  No está sucediendo que el agua viene y hay que correr, aunque sí sucede, pero es difícil verlo. Me gustaría recuperar la conversación con Bifo y me pregunto: ¿Acaso en la pandemia, la idea de poder abrazar y matar o ser abrazado y morir, no nos recuperó a una noción de que no somos máquinas? Quizás no somos un algoritmo, quizás no somos la infinita posibilidad de reproducción de nuestra imagen, quizás la realidad viene con granitos, es aburrida y me pregunto si no hay algo más vital que volver a entrar en contacto con la idea de la muerte. Para recuperar otra idea de Bifo, si no se trata también de entrar en sintonía con el caos más que negarlo o intentar enfrentarlo directamente.

Bifo: La gran novedad de la época pandémica es la difusión de algo que se presenta totalmente irreductible al automatismo de la economía y de la tecnología. Podríamos hablar de una tendencia implícita en el capitalismo contemporáneo hacia el tecno totalitarismo. Esta tendencia se manifiesta en todos los niveles de la vida cotidiana. La invasión de automatismos técnicos que nos obligan a actuar de manera compatible con los automatismos y con la economía. Luego vino el virus que ha producido un efecto de desagregación de la máquina automática global. El virus ha producido un efecto caótico al interior del automatismo. Este caos es un enemigo, pero al mismo tiempo puede ser un amigo si somos capaces de entender la voz del caos. Este nos dice que el capitalismo no puede satisfacer las exigencias más profundas. No sólo las materiales, sino también las mentales, físicas y afectivas.

Este caos es un enemigo, pero al mismo tiempo puede ser un amigo si somos capaces de entender la voz. (Bifo)

También, el caos nos anuncia algo que la modernidad y el capitalismo han intentado olvidar: la realidad de la muerte. La muerte ha cambiado el horizonte que hemos vivido en los últimos dos años. La muerte se presenta de nuevo como (algo) olvidable de la vida humana. Y a la vez la muerte se presenta como una perspectiva que puede tener un carácter universal bajo la forma de extinción de la civilización.

Por ejemplo, las experiencias que hemos escuchado ahora de los trabajadores de la tierra nos dejan una lección. Frente a una situación de colapso, frente al peligro, frente a la aparente inevitabilidad del poder capitalista, se puede salir de la máquina y crear redes de producción y autonomía. En todos los lugares del planeta hay grupos de trabajadores que deciden abandonar su posición de dependencia y deciden entrar en una dimensión autónoma y frugal. Muchos compañeros están decidiendo abandonar la ciudad y abandonar sus territorios para encontrar un lugar en donde se pueda experimentar de manera autónoma y de manera frugal. Esto es una muestra del futuro que podemos imaginar a pesar de lo irreversible y a pesar de lo inevitable.

Pregunta del público: ¿Cómo es la organización dentro de las familias de trabajadores que forman la UTT? Ya que al organizar miles de personas es muy complejo, sobre todo a la hora de ponerse de acuerdo y seguramente ahí hay un ejemplo virtuoso de cómo se toman las decisiones Me gustaría que nos cuenten un poco más cuál fue la práctica de toma de decisiones y de organización en este tiempo.

Tedesco: Primero surge porque nos encontramos productores y productoras con los mismos problemas. Vamos a las instituciones como cualquier hijo de vecino y tenemos la misma respuesta: somos parte del problema. Entonces empezamos a construir nuestros espacios para charlar, para generar contención y empezar a construir también una idea de política para un mundo donde entremos todos y todas. Así nació allá por el 2010 la primera asamblea que hicimos en el cinturón hortícola de La Plata. Allí se eligió un delegado y una delegada en asamblea y las diferentes responsabilidades. Eso es lo que llamamos asamblea de base, que nosotros consideramos el elemento central de nuestra organización. Sin las bases no hay organización.

En el año 2016 logramos visibilizar a nuestro sector como un sujeto político, al cual siempre se lo marginalizó hablando de agricultura familiar como aquel que produce huevos para el vecino o alguna verdura, pero en realidad el 60 por ciento del alimento viene de los pequeños productores, viene desde el campesinado en la Argentina. Ese año realizamos el primer Feriazo, en el cual fuimos reprimidos por la policía de Larreta y Macri, llevamos la discusión acerca del modelo de producción y con la idea firme de que los precios de los alimentos sin intermediarios y con tierra para producir en manos de los campesinos y campesinas pueden bajar. La síntesis de una situación que estaba viviendo el país y quizás que vive la población mundial. La imagen que clarificó el escenario conflictivo que suponía el Feriazo la vimos cuando en el medio de la represión de los soldaditos de Larreta asomó de fondo una señora levantando una berenjena. Una berenjena en medio de los gases y las balas que evidenciaba el hambre de esa señora, la cual fue más importante que la represión. A partir de allí construimos la pregunta: ¿Qué elegís, la lechuga o los palos? La movilización permitió la nacionalización de la organización y donde empezamos a armar una estructura provincial. Después de sumarse más de 18 provincias decidimos armar nuestras asambleas nacionales en donde se discute todo. Si bien hay compañeros que tienen las responsabilidades de comunicación, como nuestra compañera Rosalía, referente de género elegida por la asamblea, al mismo tiempo vamos generando promotores y promotoras de género en todo el país. Promotores y promotoras de comercialización o de producción y agroecología. La democracia de base es lo que nos representa y en esta construcción de la organización nos vamos encontrando con organizaciones hermanas en toda Latinoamérica ya que el despojo ha hecho que nos mezclemos las organizaciones que nos tomamos en serio la construcción de la vida.

Foto: Bernardino Ávila

Elvira Espejo, artista boliviana: ¿Cómo está la situación correspondiente a la recuperación de las semillas locales? Muchos proyectos que conocemos a nivel internacional buscan inducir el monocultivo en términos orgánicos, pero no conocen la diversidad de la tierra ni cultural. En Bolivia a partir de estas nuevas semillas las abejas locales desaparecieron y existían cientos de variedades. Me gustaría conocer su posición al respecto.

Tedesco: Dentro de la Secretaria de Producción y Agroecología poseemos el Consultorio Técnico Popular, desde donde avanzamos en el método campesino a campesino, por el cual se da el intercambio de semillas. Más allá de salirnos del paquete tecnológico que nos ata a una producción dolarizada en manos de las grandes multinacionales, con las semillas pasa lo mismo. Nosotros tenemos nuestras propias biofábricas donde generamos nuestros propios insumos. En La Plata, donde está el cinturón hortícola, tenemos nuestro propio kiosco. Allí van comprar las semillas que vienen de todo el país. Ahí mismo también vendemos nuestros propios insumos como los purines de ortiga, los purines de ajos, todo lo que usamos para producir ecológicamente. Uno de los desafíos es la producción de semillas a gran escala, pero realmente nos cuesta.

Hay una realidad que no podemos dejar de advertir y es que el 99 % alquila la tierra y en una hectárea vive una familia que tiene que pagar la luz, el agua y los insumos dolarizados. La mayoría de las familias siguen produciendo bajo el modo convencional atado al paquete tecnológico. Nosotros no somos una organización ecológica, sino una organización campesina que lucha por los derechos de los campesinos y después empezamos a abrazar la agroecología. Producir sin veneno es un proceso. La organización considera al alimento no como una mercancía sino como un derecho, por eso creemos que la agroecología tiene que estar al alcance de todos. Sabemos que es una construcción de muchos años y que lleva su tiempo.

Desgrabación: Brian Kreschuk.

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